domingo, 28 de septiembre de 2008
INELUCTABLEMENTE CARLOS…
Carlos 
Betty (esposa de Carlos), Bella Clara Ventura, Susana Roberts, Carlos Garrido y José Guillermo Vargas.
La primera vez que se acercó a mí, me abordó de una manera originalmente simpática, típica de esos hombres que con su personalidad arrollan y pueden decirle cualquier galantería a una mujer, sin el menor atisbo de ofensa o prepotencia. En mi subjetividad intuitiva, inmediatamente lo capté grandioso y maravilloso…
La segunda vez, demostró lo que realmente era: un escritor de gran calibre con una amplia concepción de la existencia humana que combina lo esencialmente espiritual con lo prestamente necesario y pragmático del tiempo que nos toca vivir.
Y la tercera vez… he tenido que confesarle que mi cariño por su ser es inevitable, tal cual esos trazos ineluctables, infalibles e indelebles que se arrojan sobre un lienzo, pero verdaderamente se marcan en el corazón.
¿A quién me refiero?... a Carlos Garrido Chalen, poeta, periodista y abogado, nativo de Perú, pero que realmente emergió a la luz con un apostolado de amor para servirle a Latinoamérica y al mundo. Solo basta leer unas cuantas líneas de su amplia producción literaria para convertirse en presa de su encanto lírico y magnéticamente seguir leyendo, para continuar cayendo en la profundidad de los secretos de su esencia. Como en los versos que me permito citar:
“Con mi arpón de pescador, disfrazado de viento,
libro diarias batallas contra mi hambre
insaciable;
y aunque sé que sólo soy un caminante
que se sube a la higuera del silencio,
le temo al rey enamorado
en el que suelo convertirme
cuando te amo”
Sus imágenes de lenguaje depurado, con la elegancia de la sencillez, forman sinécdoques de una existencia que ha cultivado un pensamiento telúrico, sociológico, filosófico e intensamente humano:
:”Era un árbol firme.
Y nada me importaba más que ver mis frutos
venciendo el hambre de los niños;
No recogía uvas de los espinos
ni higos de los abrojos.
Tenía un alma vegetal inmensamente sensitiva.
Y eso lo sabían los grillos que orquestaban
mis fiestas coloquiales”
.
Al respecto el poeta Luis Gilberto Caraballo argumenta:
“Lo conozco por su poesía y su humildad, y como a tantos otros escritores en el orbe que uno puede encontrar en las redes cibernéticas, haciendo la salvedad importante que no todos poseedores del talento y del alma generosa de Carlos, y en esto último tengo que marcar una diferencia importante. Por ello una de sus características que acompañan a este destacado escritor de nuestro continente es su condición humana de ayuda hacia otras personas”. Y estos argumentos yo misma podría suscribirlos.
Mi confesa intención, al escribir estas líneas es -de alguna manera- respaldarlo públicamente en la concesión del premio Miguel de Cervantes 2008.
Prof. Msc. Phd. Milagros Hernández Chiliberti
SorGalim
Ingeniera de sueños


La primera vez que se acercó a mí, me abordó de una manera originalmente simpática, típica de esos hombres que con su personalidad arrollan y pueden decirle cualquier galantería a una mujer, sin el menor atisbo de ofensa o prepotencia. En mi subjetividad intuitiva, inmediatamente lo capté grandioso y maravilloso…
La segunda vez, demostró lo que realmente era: un escritor de gran calibre con una amplia concepción de la existencia humana que combina lo esencialmente espiritual con lo prestamente necesario y pragmático del tiempo que nos toca vivir.
Y la tercera vez… he tenido que confesarle que mi cariño por su ser es inevitable, tal cual esos trazos ineluctables, infalibles e indelebles que se arrojan sobre un lienzo, pero verdaderamente se marcan en el corazón.
¿A quién me refiero?... a Carlos Garrido Chalen, poeta, periodista y abogado, nativo de Perú, pero que realmente emergió a la luz con un apostolado de amor para servirle a Latinoamérica y al mundo. Solo basta leer unas cuantas líneas de su amplia producción literaria para convertirse en presa de su encanto lírico y magnéticamente seguir leyendo, para continuar cayendo en la profundidad de los secretos de su esencia. Como en los versos que me permito citar:
“Con mi arpón de pescador, disfrazado de viento,
libro diarias batallas contra mi hambre
insaciable;
y aunque sé que sólo soy un caminante
que se sube a la higuera del silencio,
le temo al rey enamorado
en el que suelo convertirme
cuando te amo”
Sus imágenes de lenguaje depurado, con la elegancia de la sencillez, forman sinécdoques de una existencia que ha cultivado un pensamiento telúrico, sociológico, filosófico e intensamente humano:
:”Era un árbol firme.
Y nada me importaba más que ver mis frutos
venciendo el hambre de los niños;
No recogía uvas de los espinos
ni higos de los abrojos.
Tenía un alma vegetal inmensamente sensitiva.
Y eso lo sabían los grillos que orquestaban
mis fiestas coloquiales”
.
Al respecto el poeta Luis Gilberto Caraballo argumenta:
“Lo conozco por su poesía y su humildad, y como a tantos otros escritores en el orbe que uno puede encontrar en las redes cibernéticas, haciendo la salvedad importante que no todos poseedores del talento y del alma generosa de Carlos, y en esto último tengo que marcar una diferencia importante. Por ello una de sus características que acompañan a este destacado escritor de nuestro continente es su condición humana de ayuda hacia otras personas”. Y estos argumentos yo misma podría suscribirlos.
Mi confesa intención, al escribir estas líneas es -de alguna manera- respaldarlo públicamente en la concesión del premio Miguel de Cervantes 2008.
Prof. Msc. Phd. Milagros Hernández Chiliberti
SorGalim
Ingeniera de sueños
viernes, 19 de septiembre de 2008
PREMIO NOBEL DE LA PAZ PROMUEVE A CARLOS GARRIDO CHALEN
Nobel de La Paz promueve al poeta Carlos Garrido Chalen al premio Miguel de Cervantes 2008
CARLOS GARRIDO CHALEN, ABOGADO, PERIODISTA Y POETA
CON UNA TRAYECTORIA ADMIRABLE E IMPECABLE, OBTENDRÁ EL PREMIO MIGUEL DE CERVANTES 2008
martes, 19 de febrero de 2008
VALORES PARA LA VIDA
Hablar sobre los valores exige una conversación larga, personal, con mucha sinceridad pero a la que no falte bastante afecto. Debe ser con compartir de experiencias, un contar de vivencia, que provienen de los hechos cotidianos, de lo que ha pasado día a día en este camino de la vida.
Hablar sobre los valores es reflexionar sobre la vida y el destino, sobre lo que se es y lo que se quiere ser como individuo, como familia, como país y como humanidad. Es necesario darlo a conocer, a ustedes con quieres he compartido o quizás nunca compartiré.
Pero esa aparente lejanía no importa para que fluya el pensamiento en esta conversación a través del acuerdo y la reflexión conjunta. Algo que a simple vista parece difícil pero que es esencial para constituir una sociedad.
Aun cuando tu piensas, sientes y actúas; decides no estar solo. Estas en relación con los seres que te rodean, una relación que puede ser armónica o dificultosa pero que es inevitable.
Para Bello (2004), los valores “son luces en las oscuridades de la existencia. Nos permiten ver salidas en los laberintos” (p.14). En las noches tenebrosas, donde nos sentimos y estamos solos con nuestros pensamientos y nuestros dilemas, nos anuncia el día como el gallo convoca la aurora “Lo que significa que constituyen una guía, aun cuando no toman decisiones por sí solos ayudan a elegir lo mejor para el individuo. Aunque lo que se escoja luzca difícil, arriesgado e incluso peligroso. Los valores son principios que permiten mantener posiciones y constituyen una característica esencial del ser humano. Son guías de conductas, porque se van a expresar en actos concretos de la vida. Los valores no son simples formas de pensar alejados de lo cotidiano. Los valores se prueban, se nutren, se fortalecen o decaen en el transitar del día a día.
En su aspecto más primario tanto como en su finalidad última, los valores buscan asegurar la existencia del individuo. Casi se puede decir que los valores comienzan con el instinto de conservación que permite sortear los peligros más inmediatos de la vida.
Al respecto, Pietri (2002), sostiene que “los valores nos orientan hacia la búsqueda de metas en nuestra vida”. (p.23). Los valores ordenan nuestras metas y finalidades en la vida. Para ello poseen una importantísima función organizadora. Los valores aportan sentido a nuestras acciones, por lo cual como los valores procuran los significados a las actividades que realiza el individuo permitiendo igualmente mantener una coherencia mental. Esto crea el ambiente necesario para que el ser humano se relacione adecuadamente con el mundo y con las otras personas, aportándole un sentido de pertenencia al mundo, a la comunidad y al entorno más inmediato.
Aunque no sea plenamente consciente de ello a cada momento, cada uno de los seres humanos posee una serie de valores que le sirven de guía. No importa la procedencia social, económica o religiosa, éstos poseen valores que ordenan sus vidas.
Ibidem, sostiene:
Para alguien un valor puede ser el respeto por la vida, para otras personas su valor puede ser la voluntad de arrebatarle la vida a otra persona. Ambos individuos están guiados por sus propios valores. Pero necesariamente, existen valores que hacen crecer al individuo y otros que lo precipitan a la desnutrición. Estos últimos podemos llamarlos antivalores (p. 56).
Sin embargo, y a pesar de que los valores su ponen la vida en comunidad, ello no significa que tus valores sean iguales a los de tu vecino. El ha vivido experiencias distintas a las tuyas, se ha formado de una manera distinta a ti, y seguramente ha llegado a conclusiones sobre la vida distintas a las tuyas. El posee sus propios valores que no tienen que ser los tuyos. En fin, si tu crees en tus propios valores, tu vecino cree en lo suyo, y ambos tienen un espacio por compartir. Ambos están animados por alcanzar el bienestar, compartiendo esta tierra. Por lo tanto, los valores permiten la convivencia en la comunidad. Lo que significa que el pensar en comunidad supone la valoración de formas de agrupación para la defensa de la vida, lo que reafirma que el individuo valora en sociedad.
Por lo tanto, el acercamiento entre las personas constituye un valor en sí mismo. De tal manera que la convivencia se exige como un principio que facilita la vida.
A pesar de que algunos valores se refieren a ti y tu pensamiento, pero la mayoría organizan tu forma de entenderte con las demás personas, con el mundo que te rodea e incluso, con el universo donde habitas.
Es importante destacar que los valores se aprenden en contacto con las personas significativas en la vida. Considerando que una persona significativa es aquella que deja huellas importantes. Pueden ser rastros positivos o negativos. Pero al final, son la herencia de los mayores, que permiten la construcción del mundo.
Tú también recibes y transmites valores en tu vida. Lo haces con tu familia, con tus allegados, con tus vecinos y amigos. Porque aunque no prediques sobre los valores, das ejemplo de ellos y te constituyes en una lección viva de valores puestos en práctica.
Por otra parte, Figueroa (2000), afirma que:
El ser humano se afianza en la vida a través de sus acciones, pero para ello debe poner en claro algunas líneas de acción que le permitan desarrollarse en ella. Todos los seres, en diverso grado, pensamos y planificamos nuestra vida. Aunque no lo hagamos de una manera consciente. (p.65)
Muchos de los valores individuales sobreviven durante toda la vida del humano. Otros evolucionan hacia formas mejor elaboradas. Algunos simplemente son sustituidos por otros. Cambian, se adaptan, según las necesidades y la influencia social que tenga el individuo.
Se afirma entonces que los valores individuales son la base para el establecimiento de valores grupales de diversos tipos. La propuesta de un individuo puede resultar valedera para muchos otros. De allí que se descubra la afinidad y se coincida a veces en un objetivo que se convierte en un objetivo común entre varios individuos.
Por otro lado los valores familiares primarios apuntan hacia el mantenimiento grupal para el logro de la supervivencia. Pues su inicio es una relación entre individuos humanos, y su calidad es clave para el logro de la propuesta común. Por ello, las relaciones que se establecen en la familia son indispensables para conseguir los fines comunes.
El acuerdo, la conciliación y la tolerancia provienen de esta necesidad y se establecen como valores. Todo ello contribuye a la convivencia, sostenida en la colaboración, valores fundamentales para el sostenimiento social. Los valores que se forman en la familia se ejercen luego en comunidades cada vez mayores que pueden llegar a abarcar hasta la humanidad entera. Asimismo, la sociedad es fruto de un acuerdo entre seres que viven en un mismo espacio y en un tiempo determinado. La sociedad viene a ser un gran grupo organizado con normas. Su objetivo último es proveer de subsistencia apropiada a todas las que la constituyen.
En relación a esto Bello (2003), sostiene que “la sociedad constituida por acuerdo mutuo, tiene también como fundamento unos valores compartidos por todos o la gran mayoría de sus miembros” (p. 45).
Por lo que se puede decir que los valores sociales provienen de la necesidad de mantenerse y crecer en comunidad. Estos aportan fortaleza y cohesión a grupos que de otra manera serían diversos. Las familias y los grupos de intereses múltiples, se organizan y tienen en los valores compartidos una sustentación que no se toca pero se siente.
Es importante señalar, que los valores sociales van a variar de acuerdo con las sociedades específicas, con las comunidades que se constituyen. En cada comunidad se promueven valores que pueden tender a engrandecer esa sociedad. O por el contrario la pueden destruir. Porque, se debe recordar que así como existen los valores están los antivalores.
Finalmente, Ibiden (2002), reseña que “los valores sociales se forman en cada comunidad específica, en cada población y país, como fruto de un proceso de intercambio. Al igual que en la familia, los valores sociales provienen de la interrelación entre los miembros de la sociedad”. (p.56).
Es necesario señalar para finalizar, que el impulso de los valores sociales van a depender de muchos factores, sin embargo la importancia de los grupos y las organizaciones de los seres individuales que forman una sociedad. Pues a medida en que cada uno se responsabilice de sus acciones, si estas giran en torno al bien común y entre todos mantienen una coherencia entre sus vidas y sus valores, estarán contribuyendo a la constitución sana de una sociedad de valores.
Por último, se puede concluir, que el ser humano es un buscador de valores. Esa búsqueda le va dando sentido a su vida. Un significado que obtiene no solamente cuando encuentra un valor fundamental en el cual afirmarse, sino también en todos y cada uno de los momentos de la búsqueda. El experimentar, el responder preguntas, el plantearse nuevas dudas, todo ello conforma parte del proceso del individuo humano en su busca de convertirse en persona.
Los valores se hacen propios de cada individuo. Cada uno los piensa, los siente y los pone en práctica como si fueran exclusivos suyos. Pero la conciencia de valores colectivos hace avanzar hacia la constitución de comunidades. Los grupos se convierten en comunidades cuando poseen valores compartidos. Y los conjuntos de comunidades, de la misma manera se transforman en una patria, al profesar valores comunes.
El significado de tu vida siempre estará íntimamente unido a un valor que exalta en ella. Por eso es tan importante una clara conciencia sobre los valores. La felicidad individual, familiar y comunitaria está indisolublemente unida. Es importante entonces, comenzar a ejercer de una manera casi perfecta. En función de su sentido más profundo, que no es otra sino tu mismo. Porque la razón de ser de los valores es tu propia existencia como persona, integrada en una familia y en una comunidad.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Figueroa, G (2000). El Rol del Docente en la Transmisión de Valores Morales. San Fernando, Estado Apure-Venezuela.
Cuadernos para la Reforma Educativa (1997). La Educación en los Valores. Un reto compartido. Edición Especial para el Ministerio de Educación. Aluda Anaya.
Enciclopedia General de Educación. (1999). Grupo Editorial Océano. Barcelona Espata.
Curso: Lengua II. UNESR. Facilitador: Prof. Milagros, Hernández
Autores:
Fernández M, Rosa Yuviri
Vilachá S. Yolanda C
Hablar sobre los valores es reflexionar sobre la vida y el destino, sobre lo que se es y lo que se quiere ser como individuo, como familia, como país y como humanidad. Es necesario darlo a conocer, a ustedes con quieres he compartido o quizás nunca compartiré.
Pero esa aparente lejanía no importa para que fluya el pensamiento en esta conversación a través del acuerdo y la reflexión conjunta. Algo que a simple vista parece difícil pero que es esencial para constituir una sociedad.
Aun cuando tu piensas, sientes y actúas; decides no estar solo. Estas en relación con los seres que te rodean, una relación que puede ser armónica o dificultosa pero que es inevitable.
Para Bello (2004), los valores “son luces en las oscuridades de la existencia. Nos permiten ver salidas en los laberintos” (p.14). En las noches tenebrosas, donde nos sentimos y estamos solos con nuestros pensamientos y nuestros dilemas, nos anuncia el día como el gallo convoca la aurora “Lo que significa que constituyen una guía, aun cuando no toman decisiones por sí solos ayudan a elegir lo mejor para el individuo. Aunque lo que se escoja luzca difícil, arriesgado e incluso peligroso. Los valores son principios que permiten mantener posiciones y constituyen una característica esencial del ser humano. Son guías de conductas, porque se van a expresar en actos concretos de la vida. Los valores no son simples formas de pensar alejados de lo cotidiano. Los valores se prueban, se nutren, se fortalecen o decaen en el transitar del día a día.
En su aspecto más primario tanto como en su finalidad última, los valores buscan asegurar la existencia del individuo. Casi se puede decir que los valores comienzan con el instinto de conservación que permite sortear los peligros más inmediatos de la vida.
Al respecto, Pietri (2002), sostiene que “los valores nos orientan hacia la búsqueda de metas en nuestra vida”. (p.23). Los valores ordenan nuestras metas y finalidades en la vida. Para ello poseen una importantísima función organizadora. Los valores aportan sentido a nuestras acciones, por lo cual como los valores procuran los significados a las actividades que realiza el individuo permitiendo igualmente mantener una coherencia mental. Esto crea el ambiente necesario para que el ser humano se relacione adecuadamente con el mundo y con las otras personas, aportándole un sentido de pertenencia al mundo, a la comunidad y al entorno más inmediato.
Aunque no sea plenamente consciente de ello a cada momento, cada uno de los seres humanos posee una serie de valores que le sirven de guía. No importa la procedencia social, económica o religiosa, éstos poseen valores que ordenan sus vidas.
Ibidem, sostiene:
Para alguien un valor puede ser el respeto por la vida, para otras personas su valor puede ser la voluntad de arrebatarle la vida a otra persona. Ambos individuos están guiados por sus propios valores. Pero necesariamente, existen valores que hacen crecer al individuo y otros que lo precipitan a la desnutrición. Estos últimos podemos llamarlos antivalores (p. 56).
Sin embargo, y a pesar de que los valores su ponen la vida en comunidad, ello no significa que tus valores sean iguales a los de tu vecino. El ha vivido experiencias distintas a las tuyas, se ha formado de una manera distinta a ti, y seguramente ha llegado a conclusiones sobre la vida distintas a las tuyas. El posee sus propios valores que no tienen que ser los tuyos. En fin, si tu crees en tus propios valores, tu vecino cree en lo suyo, y ambos tienen un espacio por compartir. Ambos están animados por alcanzar el bienestar, compartiendo esta tierra. Por lo tanto, los valores permiten la convivencia en la comunidad. Lo que significa que el pensar en comunidad supone la valoración de formas de agrupación para la defensa de la vida, lo que reafirma que el individuo valora en sociedad.
Por lo tanto, el acercamiento entre las personas constituye un valor en sí mismo. De tal manera que la convivencia se exige como un principio que facilita la vida.
A pesar de que algunos valores se refieren a ti y tu pensamiento, pero la mayoría organizan tu forma de entenderte con las demás personas, con el mundo que te rodea e incluso, con el universo donde habitas.
Es importante destacar que los valores se aprenden en contacto con las personas significativas en la vida. Considerando que una persona significativa es aquella que deja huellas importantes. Pueden ser rastros positivos o negativos. Pero al final, son la herencia de los mayores, que permiten la construcción del mundo.
Tú también recibes y transmites valores en tu vida. Lo haces con tu familia, con tus allegados, con tus vecinos y amigos. Porque aunque no prediques sobre los valores, das ejemplo de ellos y te constituyes en una lección viva de valores puestos en práctica.
Por otra parte, Figueroa (2000), afirma que:
El ser humano se afianza en la vida a través de sus acciones, pero para ello debe poner en claro algunas líneas de acción que le permitan desarrollarse en ella. Todos los seres, en diverso grado, pensamos y planificamos nuestra vida. Aunque no lo hagamos de una manera consciente. (p.65)
Muchos de los valores individuales sobreviven durante toda la vida del humano. Otros evolucionan hacia formas mejor elaboradas. Algunos simplemente son sustituidos por otros. Cambian, se adaptan, según las necesidades y la influencia social que tenga el individuo.
Se afirma entonces que los valores individuales son la base para el establecimiento de valores grupales de diversos tipos. La propuesta de un individuo puede resultar valedera para muchos otros. De allí que se descubra la afinidad y se coincida a veces en un objetivo que se convierte en un objetivo común entre varios individuos.
Por otro lado los valores familiares primarios apuntan hacia el mantenimiento grupal para el logro de la supervivencia. Pues su inicio es una relación entre individuos humanos, y su calidad es clave para el logro de la propuesta común. Por ello, las relaciones que se establecen en la familia son indispensables para conseguir los fines comunes.
El acuerdo, la conciliación y la tolerancia provienen de esta necesidad y se establecen como valores. Todo ello contribuye a la convivencia, sostenida en la colaboración, valores fundamentales para el sostenimiento social. Los valores que se forman en la familia se ejercen luego en comunidades cada vez mayores que pueden llegar a abarcar hasta la humanidad entera. Asimismo, la sociedad es fruto de un acuerdo entre seres que viven en un mismo espacio y en un tiempo determinado. La sociedad viene a ser un gran grupo organizado con normas. Su objetivo último es proveer de subsistencia apropiada a todas las que la constituyen.
En relación a esto Bello (2003), sostiene que “la sociedad constituida por acuerdo mutuo, tiene también como fundamento unos valores compartidos por todos o la gran mayoría de sus miembros” (p. 45).
Por lo que se puede decir que los valores sociales provienen de la necesidad de mantenerse y crecer en comunidad. Estos aportan fortaleza y cohesión a grupos que de otra manera serían diversos. Las familias y los grupos de intereses múltiples, se organizan y tienen en los valores compartidos una sustentación que no se toca pero se siente.
Es importante señalar, que los valores sociales van a variar de acuerdo con las sociedades específicas, con las comunidades que se constituyen. En cada comunidad se promueven valores que pueden tender a engrandecer esa sociedad. O por el contrario la pueden destruir. Porque, se debe recordar que así como existen los valores están los antivalores.
Finalmente, Ibiden (2002), reseña que “los valores sociales se forman en cada comunidad específica, en cada población y país, como fruto de un proceso de intercambio. Al igual que en la familia, los valores sociales provienen de la interrelación entre los miembros de la sociedad”. (p.56).
Es necesario señalar para finalizar, que el impulso de los valores sociales van a depender de muchos factores, sin embargo la importancia de los grupos y las organizaciones de los seres individuales que forman una sociedad. Pues a medida en que cada uno se responsabilice de sus acciones, si estas giran en torno al bien común y entre todos mantienen una coherencia entre sus vidas y sus valores, estarán contribuyendo a la constitución sana de una sociedad de valores.
Por último, se puede concluir, que el ser humano es un buscador de valores. Esa búsqueda le va dando sentido a su vida. Un significado que obtiene no solamente cuando encuentra un valor fundamental en el cual afirmarse, sino también en todos y cada uno de los momentos de la búsqueda. El experimentar, el responder preguntas, el plantearse nuevas dudas, todo ello conforma parte del proceso del individuo humano en su busca de convertirse en persona.
Los valores se hacen propios de cada individuo. Cada uno los piensa, los siente y los pone en práctica como si fueran exclusivos suyos. Pero la conciencia de valores colectivos hace avanzar hacia la constitución de comunidades. Los grupos se convierten en comunidades cuando poseen valores compartidos. Y los conjuntos de comunidades, de la misma manera se transforman en una patria, al profesar valores comunes.
El significado de tu vida siempre estará íntimamente unido a un valor que exalta en ella. Por eso es tan importante una clara conciencia sobre los valores. La felicidad individual, familiar y comunitaria está indisolublemente unida. Es importante entonces, comenzar a ejercer de una manera casi perfecta. En función de su sentido más profundo, que no es otra sino tu mismo. Porque la razón de ser de los valores es tu propia existencia como persona, integrada en una familia y en una comunidad.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Figueroa, G (2000). El Rol del Docente en la Transmisión de Valores Morales. San Fernando, Estado Apure-Venezuela.
Cuadernos para la Reforma Educativa (1997). La Educación en los Valores. Un reto compartido. Edición Especial para el Ministerio de Educación. Aluda Anaya.
Enciclopedia General de Educación. (1999). Grupo Editorial Océano. Barcelona Espata.
Curso: Lengua II. UNESR. Facilitador: Prof. Milagros, Hernández
Autores:
Fernández M, Rosa Yuviri
Vilachá S. Yolanda C
Publicado por
Milagros Hernández Chiliberti - SorGalim- Prsdte de la UHE
en
2:15 p. m.
4 comentarios:


Etiquetas:
Valores para la vida
Suscribirse a:
Entradas (Atom)